Los niños hiperactivos son a menudo confundidos con niños groseros.
Hablan demasiado, se niegan a obedecer órdenes, se distraen con la más
mínima cosa, la desorganización y olvidar los propios objetos son las
señales de advertencia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, al
igual que los adultos, cada niño es único y su desarrollo está
estrechamente relacionado con los estímulos que está recibiendo.
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