Indudablemente, el nuevo docente o profesor
debe ser un verdadero transformador social, pero también debe ser un
líder que lleve las riendas en todo momento, que le de significado a
lo que enseña para así cautivar la atención del niño y niña y de
esa manera lograr plenamente un verdadero aprendizaje significativo.
Pero no sólo la cuestión académica debe estar presente en las
estrategias significativas del docente, también esta la dosis
humana, la parte del ser, en pocas palabras, debe estar presente el
humanismo.
El nuevo maestro y maestra, debe
reemplazar profundamente al ser, y cambiar, de esta manera, la
perspectiva hacia la vida que tiene la sociedad actual, una
perspectiva o visión de vida con una carga de valores contrarios a
los verdaderamente humanos, valores heredados de las sociedades
capitalistas y de consumo que condenan al ser humano a la más
profunda de todas las miserias, la pobreza extrema, el hambre y a la
destrucción física y moral del hombre. En este sentido la tarea del
docente es colosal, tomando en cuenta que por siglos y décadas
nuestra sociedad ha estado influenciada y contaminada de ese
paradigma, que ha traído consigo la descomposición de la familia.
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